David Guerrero

Malagueño de nacimiento pero habitante de Granada, un joven creador.

Conocí a David una noche en la que yo no estaba para bromas y él no estaba dispuesto a parar de hacerlas. Conocemos nuestros límites desde que nos encontramos, eso ha hecho de nosotros algo bonito. David es una persona muy especial. Estudia Derecho y Ciencias Políticas en Granada. Es una persona amable que hace de su entorno un lugar mejor.


Con él se han desarrollado los proyectos AfterClass y La Trinchera, dos programas de podcast universitario vía MediaLabUGR el primero, y casero y clandestino en el salón de nuestra casa el segundo.

Aficionado a desarrollar su creatividad hasta en los rincones más oscuros del humor, escribe relatos y textos de toda índole.

Aunque ha vivido en Portugal, ha vuelto a Granada con ganas de seguir aprendiendo y creando. Considera que un poeta no puede autodenominarse propietario de sus escritos. Por esto, el siguiente texto es suyo, pero el autor intenta zafarse y no sé si lo consigue.

K.B.20: El límite del placer.


A lo largo de nuestra vida disfrutamos de placeres compuestos entre lo material y lo inmaterial. Aquellos placeres pueden ser disfrutados por cualquier persona capaz, o que se ajuste al estándar humano. Los placeres materiales e inmateriales se pueden diferenciar por que el inmaterial carece de cuerpo físico o tangibilidad, como es el pensamiento, los pensamientos sobrevuelan nuestro día a día invadiendo cualquier intimidad recóndita y hedionda de nuestra memoria. 


Estos pensamientos no son similares a los de otras personas, excepto en momentáneas y escasas ocasiones o temas, pues esto se puede producir por la diversidad de experiencias vividas entre unos y otros ``Yo soy yo y mis circunstancias´´, al igual que por las no vividas. Desde hace un tiempo, merodea en mi cabeza un pensamiento un tanto triste: ¿Hasta qué punto puedo completar mi existencia de experiencias y conocimientos, dándolo todo de mi parte? Cuando pienso sobre esto, me planteo instantáneamente la idea de un límite intelectual y físico invisible, con el que algún día topare mi nariz, pero lo preocupante más allá de este límite es pensar que; el resto de mis cercanos pueden seguir avanzando y dejándome solo, atrás, sin poder conocer nada más allá de mi límite.


Dejar de degustar placeres proporcionados por el intelecto podría ser a día de hoy una de mis peores jaquecas, no hay mayor placer para una persona como yo; que podría basar su felicidad en la frase de un sobre de azúcar: 


``No hay tranquilidad en el conformismo, si no miedo y frustración, aprender duele
pero satisface la inquietud otorgando la ansiada tranquilidad ´´ 



En la vida las crisis existenciales son constantes, basta con una pequeña duda: que estudiar en bachillerato (ciencias o letras) para hacer tambalear nuestros dogmas vitales, si eliges letras como tu rama preferida puede que no alcances la fama o virtuosismo reconocido socialmente a los descubrimientos científicos, médicos o empresariales de la sociedad occidental. Pero si coges ciencias puedes estar negando tus gustos artísticos reales, apartando tus pasiones para sufrir las tormentosas circunstancias que un estudiante de matemáticas, física, ingenieras.. sufre ocultando su ethos (personalidad) artístico, algo que sucede más de lo que pensamos.


Imaginad cuan tortuosas hacen estas personas su vida al forzarse a algo que pueden realizar pero no desean en su vida, solo porque vivir en una sociedad como la nuestra nos influencia esos pensamientos. 


Ahora imaginemos a una persona discapacitada cognitivamente (aunque suene repentino), esta persona llamémosla Kabe, ni siquiera puede alcanzar el nivel intelectual necesario para cumplir los requisitos mínimos de un alumno estándar que aprueba bachillerato, lleno de ilusiones y deseos en parte impuestos por nuestra sociedad a edades tempranas (lleno de mensajes positivos: ``Si quieres puedes ser X con esfuerzo´´) este se esfuerza en su máximo para alcanzar sus sueños, poco a poco va avanzando cursos y cuando llega a la ESO no comprende que se le explica, aunque lo intenta con todas sus ganas no da más que para alcanzar un aprobado raso. Pasan los años, repite uno y dos cursos, se le pasa al curso de atención educativa especial,  no se ha rendido ya que repite y al final consigue avanzar hasta que llega a último curso de la ESO, este tras repetir de nuevo ha de abandonar el instituto normal y acudir a la escuela para adultos. Al final consigue graduarse, toca elegir cuál es su próxima meta, puede optar entre ir a bachillerato o acceder a un grado medio. Se decide a hablar el tema con su familia y no recibe más que discretas maneras de disuadirle a cesar en su empeño para continuar estudiando bachillerato, aunque su familia no le da relevancia; él se da cuenta de que no tiene el apoyo de ninguno, conociendo de su falta de apoyo se apunta a realizar un grado medio en una escuela de arte dramático pagando con los ahorros de la prestación estatal por su discapacidad, dentro de este curso ninguno de sus compañeros quiere trabajar con él en grupo, les supone un retraso y una baja nota en los trabajos de grupo. Aislado en el grado decide abandonar y su familia e amigos se mofan y reprenden su actitud: lo consideran una pérdida de tiempo y dinero. 


Él ha llegado al punto de caer en la depresión siente como el mundo se ha ido separando de el a medida que trataba de avanzar en su vida; nadie nunca ha premiado su esfuerzo, todos esperaban que tropezaría antes o después. Tras un año parado en casa envuelto en hábitos alcohólicos, mala alimentación y falta de higiene decide volver a intentarlo y entra a bachillerato de artes, tras el primer trimestre dando todo de sí, suspende casi todas sus asignaturas, su clase le aleja y abandona la escuela. Tras este corto periodo de su vida el vislumbra la razón de sus fracasos, ha conocido su límite (peor aún, todos conocen sus límites). El mundo le observa con pena y el observa al mundo con rabia. 


Sus antiguos compañeros de clase se han graduado en la Universidad, algunos viven con sus parejas, otros trabajan fuera del país, y el sigue en casa de sus padres, desayunando en la misma mesa que desayunaba hace 8 años cuando fue a su graduación de la escuela de adultos, desde entonces no ha alcanzado nada. Solo ha cambiado el color de pelo de su madre, su padre esta canoso e irritable y él tiene más barba pero está casi calvo con 18 kilos más. 


¿Cómo os sentirías vosotros en esa situación? ¿Qué haríais si conocieseis que aquello que deseáis está totalmente fuera de vuestro alcance? Todo en este momento parece una mierda.  En mi caso, posiblemente desesperaría y me encerraría en mi cuarto hasta el fin de mis días. Para mi suerte, pude aprender de Kabe, que la respuesta no es la no resignación. La resignación de seguir viviendo y respondiendo a los estímulos sociales es lo que no acabaría limitando realmente nuestra vida, nuestro limite podemos conocerlo únicamente cuando avanzamos en una dirección en línea recta como nos guía la sociedad. 


Hay que saber cuándo virar en nuestros objetivos, no podemos llamarlo ``abandonar´´si no evitar morir a contracorriente, es dejarte llevar y no parar de moverte hasta encontrar una nueva meta vital que puede que alcances o no. La vida es algo efímero y la vamos a perder tarde o temprano, fracasar es parte de lo que somos: imperfectos, todos fracasamos pero tenemos posibilidad de disfrutar el placer del éxito. La amarga existencia de Sísifo será una condena impuesta de forma arbitraria al igual que las limitaciones humanas son una condena del caos natural, nosotros tenemos suerte, podemos controlar ese caos en mayor o menor medida, al contrario que Sísifo que no ostentaba derecho alguno, pero como decía Camus debemos imaginar a Sísifo feliz. Y yo os digo lo mismo, sin recurrir a imperativo alguno, pues solo conozco el pasado de Kabe y no su presente, puedes imaginarle feliz. 

Con esto que digo, no pretendo cortar las alas de nadie, si no decir que nuestra vida se produce en un entorno social que, queráis o no esta presente en todos; 


``La sociedad no es buena, es necesaria´´


Podemos considerarnos afortunados de tener este tipo de infortunios, pues vivir en sociedad es transitar obligados la vida sin tranquilidad pero por lo menos vivos; la sociedad es una red que nos une a todos y también nos limita nuestra libre voluntad en ciertos casos, pero por otro lado, puede darnos un empujón que nos pone los pies en la tierra y evita que perdamos la vida ahogados en nuestros problemas. Cuando la sociedad nos limita de cumplir nuestros sueños, puede también mostrarnos otros deseos probablemente más asequibles teniendo en cuenta nuestras limitaciones, el hecho de que la sociedad no te permita ser médico debido a que no has conseguido la nota suficiente también podría significar que te ha salvado de ser un médico mediocre y ahora puedas ser un buen Ingeniero agrario. 

Nuestro mundo no es más escalofriante  de lo que lo es el universo de manera natural, no hay que estar agradecido a la sociedad porque te permita ser basurero y no ingeniero.

MMXIX

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