La Chica del Aro

    Carmen Zulema Cámara es una persona hada-duende que desde hace años habita en Granada. Es un ser especial natural de un pueblito de Cádiz, nacida en 1998. Estudia Antropología en la Universidad y le gusta andar descalza, tocar el acordeón y pintar.

    La conocí en el curso de teatro de Dora Albardíaz, en Casa de Porras. Juntos participamos en la obra "Cuestión de espacio" (2019), realizada el 27 de marzo, día internacional del teatro. Hay muy buenos recuerdos de aquel día. Desde entonces siempre nos hemos encontrado habitando por Granada sin planearlo, sin calcular, de casualidad en el paseo del Avellano, por Albayzin a cualquier hora y una vez hasta en mitad del campo que hay detrás de San Miguel Alto. Las casualidades en las que nos hemos encontrado son, muchas veces, increíbles. Mirar a Carmen a los ojos es ver amor a través de la vida.


    La chica del aro es una artista. Cuando la conocí tenía una tabla en su casa en la que quien quisiera podía aportar artesanamente y con técnica mixta algún dibujo. Creo que dibujé algunos motivos vegetales, entre otros símbolos. Pinta con mucho arte y suele llevar una libreta encima. De lo que escribe sólo conozco el poema "Plumas". No es necesario más para probar su magia. 

    A lo largo de 2019 participamos juntos con SOCAZ Teatro, el grupo independiente de teatro que nace en la obra antes mencionada (2019), en la realización del proyecto Elemento Humano. Este era un proyecto de motivos naturales y ecológicos que trataba de unir arte y activismo, para la concienciación del respeto a la naturaleza y el abuso continuo al que está sometida.


    Es un pez, un hada, un duende. A ella está dedicado el poema "Sonidos de acordeón" (2021), fruto de una experiencia vivida en común.




PLUMAS

Como esa hoja que a veces tan pisoteada la trataban como suelo,
otras veces alguien la mira como si de un tesoro se tratara,
como si fuera una estrella que brilla con más fuerza
o como si fuera un granito de arena de algún color extraordinario.
Esa misma hoja aguanta el peso de los zapatos
mientras el viento la levanta para olvidar los mal tragos
y recordarle que todavía queda el invierno y que la primavera está cerca.


¿Acaso tiene el árbol una hoja preferida?
¿Una hoja que no abandonaría al viento en otoño?
Lo dudo.
Pero lo que sí habrá de tener el árbol es
la certeza de que mañana habrá más hojas.
Más hojas que nacerán verdes y cremosas
dejando libre la sequía.
(Curioso como el ser que se encuentra en quietud)
Curioso como el ser que se encuentra en quietud aparente.


Cuando llega el frío se desnuda
mientras otros seres se abrigan en
busca de un calor vivo.


El árbol, erecto, enraizado hacia el cielo.


Carmen Zulema, MMXXI




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